viernes, 13 de septiembre de 2013

ANHELOS


ANHELOS

Por: Rosario Murillo


Esto lo escribí hace como 50 años (tal vez estoy exagerando un poco)

ANHELOS
 Te anhelo tanto como el desierto anhela una gota de lluvia y aunque sabe que no es suficiente, lo es para humectar el deseo y la esperanza de que algún día en busca de aquella gota perdida vendrá todo un torrente de agua cristalina y su sed de vida sera saciada por fin.

Te anhelo tanto como una madre anhela ver el rostro de su hijo -aun sin nacer- para reconocer en él las facciones del hombre que hizo aparecer en ella el milagro de la vida, del hombre que lleno su existencia de la mas grande maravilla del mundo, de los sentimientos mas hermosos que pudiesen brotar en el alma de cualquier ser humano, para recordar que aunque él no este ahora, estará por siempre en el rostro de su hijo anhelado.

Te anhelo tanto como se anhela ver el amanecer, porque es la esperanza de un día mejor, lleno de oportunidades infinitas que debemos aprovechar, pero si alguna de esas oportunidades se nos escapa no importa porque frente a nosotros siempre habrá miles de amaneceres que nos permitirán realizar nuestros sueños anhelados.

Te amo tanto como una virgen anhela unas manos fuertes y tibias que recorran su cuerpo, una boca que le diga -en un beso- las palabras que siempre ha soñado escuchar, unos ojos que logren desvestir su alma y conozcan sus pensamientos mas profundos. Ella anhela sentir dentro suyo toda la fuerza y la pasión del hombre al que ama; pero sabe que no es posible porque tanto él como ella están desposados con una fe que solo les permite amarse con la mirada.

Te anhelo tanto como el sol anhela ver a su amada, estar junto a ella y compartir ese espectáculo maravilloso de una noche estrellada, besarla y decirle al oído, mi luna, mi luna adorada.

ROSARIO MURILLO



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